Pa’i Oliva: Síntesis de la fe, del servicio al prójimo y del destino humano

Pa’i Oliva: Síntesis de la fe, del servicio al prójimo y del destino humano

A los 93 años, falleció el líder social que vivió al servicio de los necesitados.

Por:  Rodolfo Romero – Roró.
Equipo CLATE – INCASUR – COLACOT – UNE-SN – UNTE-SN.



Francisco de Paula Oliva falleció en Asunción el 3 de enero. Pero su vida continúa, como una estrella del universo que nos alumbrará siempre y se convierte en una luz en el horizonte de nuestras vidas.

Su nacimiento en el sur español, su vida intensa a lo largo y ancho del mundo y el haber asumido a la tierra guaraní como un símbolo de su identidad universal, coloca a nuestro muy querido Pa’i Oliva como un testimonio especial de la fe, abierta y sin fronteras, en este tiempo histórico donde el neoliberalismo y el capitalismo pretenden sembrar para siempre el desamor, el odio y la exclusión social.

Pa’i Oliva se enfrentó a todos los ministerios del miedo y no titubeó en confrontar con valor moral y actitud política ejemplar, las torturas de una vida totalmente entregada a la lucha por la verdad y la solidaridad, con mucho amor y servicio pleno hacia los hermanos necesitados; defendiendo la justicia social aunque eso significara ser destinado a exilio por los gobiernos reaccionarios y la derecha fascistoide, de nuestra sufrida América Latina y el Caribe.

Y Paraguay, es un triste ejemplo de toda una manipulación dictatorial stronista, con seguidores que hasta hoy operan sacrificando al pueblo, en especial, a la juventud.

Para Pa'i Oliva, amar, servir, luchar, educar y poner todo su ser en las manos y en los pies de cada ser necesitado, era su razón de ser.

Hasta la insurrección libertaria estaba presente en su magia amorosa.

Su partida nos produce un dolor que llena de tinieblas el universo.

Pa’I Oliva se lleva consigo nuestra gratitud eterna y compromete nuestra
lucha para siempre.

Alguien dijo alguna vez una profunda verdad que compartimos:

¨Cuando expresemos nuestra gratitud, nunca debemos olvidar, que el reconocimiento más grande no está en pronunciar las palabras, sino en vivirlas¨.